Ramiro Montalvo ha demostrado que con pasión y perseverancia, cualquier sueño es posible. Con cinco hijos a su cargo, Ramiro combinó dos de sus grandes pasiones: el taxi y el tránsito, para salir adelante y convertirse en Supervisor General de Tránsito en Guadalupe.
Desde joven, Ramiro comenzó a trabajar como taxista con el vehículo de su padre. Sin embargo, su carrera dio un giro inesperado cuando a los 34 años acompañó a un amigo a la academia de tránsito, solo para encontrar su verdadera vocación.
“Se nos bajó el trabajo a los taxis y uno de mis compañeros me pidió que lo apoyara para entrar a la academia. Al llegar, me dieron una solicitud y, sorprendentemente, me aceptaron allí mismo. Desde ese día, me quedé con el pie derecho y aquí estamos ya 32 años después”, relató Ramiro.
Con una carrera llena de sacrificios, Ramiro pasó por una serie de empleos temporales antes de encontrar su verdadera pasión en la academia de tránsito. Con disciplina y un fuerte sentido de servicio, escaló posiciones desde vial de crucero hasta convertirse en Supervisor General de Tránsito.
“Me esforcé mucho para llegar hasta aquí. He ocupado varios puestos como motociclista, patrullero y jefe de operativo, y siempre me he dedicado a brindar un buen servicio”, explicó Montalvo.
A pesar de su apretada agenda, Ramiro continuó trabajando como taxista después de su jornada de 8 horas en el tránsito, dedicando otras 4 o 5 horas a su segundo trabajo para asegurar una buena calidad de vida para su familia.
“Tenía que compensar el sueldo con el trabajo extra. Soy viudo y con cinco hijos, me aseguré de darles todo lo que pude. Ahora, aunque todos están grandes, sigo trabajando para mejorar la vialidad y reducir los accidentes en mi municipio”, agregó.
Con 66 años de edad y 32 años de servicio, Ramiro Montalvo sigue combinando su pasión por el taxi con su compromiso en el tránsito, demostrando que la dedicación puede llevar a cumplir los sueños más grandes.