El Ballet de Monterrey cerró con broche de oro el Festival Nuevo León en Los Pinos, tras tres días de intensas actividades culturales que destacaron lo mejor del talento neolense. El evento, que tuvo lugar el domingo por la noche en el Complejo Cultural Los Pinos, contó con la participación de 950 artistas y creadores de Nuevo León, según informó Melisa Segura, secretaria de Cultura del estado, que celebra sus 200 años de existencia.
Durante su discurso de clausura, Segura expresó la importancia de este festival para la identidad cultural de Nuevo León y su conexión con la narrativa nacional. «Esta celebración, llevada a cabo a lo largo de 2024, nos ha permitido reflexionar sobre lo que somos en Nuevo León y cómo nos insertamos en la narrativa nacional. Estar en Los Pinos era fundamental», afirmó. Estuvo acompañada por Yolanda Garza, presidenta del patronato del Ballet de Monterrey.
El Ballet de Monterrey, que el próximo año celebrará su 35 aniversario, presentó un programa «mixto» que reflejó la riqueza de su repertorio y su evolución artística. La función comenzó con un fragmento de «Carmen», de Robert Hill, seguido por «Hydra», de Robbie Fairchild, una obra reciente que fue estrenada en marzo pasado. También se incluyó el pas de deux de «Maximiliano y Carlota», «Brusco» de Thiago Soares, y «Divertimento», una creación del director de la compañía, Yosvani Ramos. Este último, descrito por la coordinadora artística Flor de Lis Castañeda, ofrece «un estilo Balanchine contemporáneo».
El público, que llenó por completo el espacio disponible, recibió con entusiasmo cada una de las presentaciones, aplaudiendo espontáneamente en varias ocasiones. La respuesta del público fue tan cálida que superó las expectativas habituales de una función en un teatro cerrado.
Castañeda destacó la importancia de adaptar el ballet a escenarios no tradicionales, como los espacios al aire libre, para llegar a un público más amplio. «Queremos que México en general se enriquezca con la danza, no sólo con una escultura vista en una avenida. Ese ha sido nuestro impulso para arriesgarnos un poco más y buscar las condiciones, por ejemplo, traer nuestro propio piso y montarlo en ese tipo de escenarios para poder bailar», explicó. Para la presentación en Los Pinos, el Ballet de Monterrey contó con el apoyo de la Compañía Nacional de Danza, que facilitó el piso necesario para la función.
El Ballet de Monterrey viajó con un grupo de 22 bailarines, quienes llegaron con dos días de anticipación para aclimatarse y asegurarse de que las condiciones del escenario fueran óptimas para su actuación. «Siempre tratamos de salvaguardarlos… Si los chicos se sienten seguros podrán dar una buena actuación», añadió Castañeda.
Con más de tres décadas de trayectoria, el Ballet de Monterrey sigue comprometido con la difusión de la danza en el norte del país. «Tenemos temporadas didácticas para las que invitamos a los niños de las escuelas para sembrar esa semilla de la danza. Con el paso del tiempo hemos visto que ya tenemos un público, las personas ya saben qué es el ballet. Sin embargo, es una tarea ardua que continúa año con año», concluyó Castañeda.