Este año, los habitantes de Monterrey han visto cómo su poder adquisitivo ha disminuido debido al continuo incremento en el costo de insumos básicos, lo que ha llevado a la ciudad a convertirse en la segunda más cara de América Latina. Según indicadores internacionales, el costo de vida en Monterrey supera en un 54% los ingresos promedio de sus habitantes, lo que ha obligado a muchas familias a apretarse el cinturón para hacer frente a las crecientes necesidades.
Monterrey es ahora un 12% más caro para vivir que la Ciudad de México. Mientras que el costo de vida promedio para una familia en la capital ronda los $48,800 pesos mensuales, en Monterrey asciende a $54,300 pesos, según datos de la base global Numbeo. Este desajuste no solo afecta a personas con ingresos bajos; incluso en hogares donde dos adultos trabajan, cubrir todos los gastos básicos sigue siendo un reto, ya que el salario promedio en la entidad se sitúa en $21,400 pesos mensuales.
Especialistas atribuyen esta situación a la inflación que ha impactado en la Zona Metropolitana de Monterrey, donde productos de la canasta básica han registrado un aumento del 4.3% durante el último año, acompañado por un alza en los precios del combustible, que a su vez encarece otros bienes y servicios.
Uno de los productos más afectados ha sido la gasolina. Nuevo León ha liderado los precios más altos de combustible a nivel nacional, con un incremento del 5% en la gasolina regular y un 5.32% en la gasolina premium en el último año. Esto significa que llenar el tanque de un sedán, que tiene una capacidad de 45 litros, ahora cuesta $1,255.5 pesos con gasolina premium y $1,205.55 pesos con regular.
El impacto de estos incrementos se refleja directamente en los bolsillos de los regios. Iram Berlanga, un automovilista de Monterrey, compartió que su trayecto diario desde Escobedo hasta el sur de la ciudad consume alrededor de 60 litros de gasolina a la semana. Con los precios actuales, esto representa un gasto mensual de aproximadamente $6,500 pesos, lo que equivale al 75% de un salario mínimo en Nuevo León.
Esta situación deja a los ciudadanos con poco margen para cubrir otros gastos esenciales, como la canasta básica, reparaciones del hogar o cualquier compra adicional necesaria. La creciente disparidad entre los altos costos de vida y los bajos salarios está complicando cada vez más el acceso a una calidad de vida adecuada en el estado.
El escenario para muchos regiomontanos es sombrío, ya que enfrentan dificultades para equilibrar sus ingresos con los gastos básicos, agravados por una inflación persistente que no parece detenerse.