En la historia de Nuevo León hay eventos que con el tiempo se han desvanecido, pero hay un ser que ha sido testigo de todos ellos.
En el corazón de la Región Citrícola, a unos 120 kilómetros al sur de Monterrey, se erige majestuoso el Sabino Gordo, un ahuehuete cuya edad supera los cinco siglos. Este árbol icónico, ubicado en el municipio de General Terán, es considerado uno de los seres vivos más antiguos de Nuevo León y es un elemento crucial en la identidad cultural de la región.
Conocido científicamente como Taxodium hugelii, estos venerables ahuehuetes eran considerados sagrados por las antiguas civilizaciones mesoamericanas. En náhuatl, se les llama «ahuehuetl», interpretado como «tambor de agua», «anciano de agua» o «aquel que no envejece». En Nuevo León, estos árboles son comúnmente conocidos como Sabinos, inspirando incluso el nombre del Parque Nacional El Sabinal en Cerralvo.
El Sabino Gordo, ubicado a 5 kilómetros al noreste de la cabecera municipal de General Terán, se eleva imponente con una altura de aproximadamente 18 metros y un diámetro de 5.28 metros. Se dice que un manantial inagotable fluye a su alrededor, agregando un toque místico a su presencia.
Aunque una placa cercana afirma que este coloso tiene mil años, un estudio realizado en agosto de 1992 por la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos y la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma de Nuevo León determinó que su edad oscila entre 450 y 500 años, obtenida mediante la medición de los anillos de su tronco.
El Sabino Gordo no solo es un monumento natural, sino que también desempeña un papel destacado en la identidad de General Terán. Su imponente figura se refleja en el escudo municipal y ha sido incluido en el prestigioso Compendio de Árboles Históricos y Notables de México.
Este testigo silencioso ha presenciado innumerables sucesos a lo largo de los siglos. Si pudiera hablar, seguramente nos contaría relatos fascinantes. Su importancia trasciende el tiempo, y es un legado que debemos preservar con orgullo para las futuras generaciones.
En resumen, el Sabino Gordo es mucho más que un árbol centenario; es un símbolo vivo de la conexión entre la naturaleza, la historia y la identidad de Nuevo León.